6 de enero de 2018

Redención

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://www.youtube.com/watch?v=gJ50rvySDCk

     Abro los ojos y no recuerdo nada. Estoy tendida en el suelo seco, y mis músculos se sienten entumecidos. Con brío me enderezo y me pongo en pie. Todo está gris, parece que un espeso manto de plateada niebla se expande a lo largo del horizonte; tanto que apenas veo unos metros más allá de mis zapatos. La cabeza me da vueltas, tengo la sensación de estar aturdida. Palpo mis atuendos de exploración ya ajados y reviso el contenido de la bandolera que atada llevo al hombro; está prácticamente vacía. Revuelvo el fondo, pero solo encuentro una pequeña cantimplora medio llena y una pistola acompañada de una carga de bengala de fogueo.

     Intento ubicarme en algún lugar, pero todo parece desértico, el Sol no es visible tras la neblina y mi memoria falla. Sé que vine aquí con una misión, pero mi cerebro la ha olvidado. Siento que debía encontrar algo o a alguien, pero por más que lo intento no consigo recordar. Es entonces cuando me doy la vuelta, tuerzo mi cuerpo en una dirección aleatoria y entre la espesura del aire se delinea una silueta clara, una inalcanzable luz antropomórfica. Está quieta. Pestañeo varias veces, aparto de mis ojos las legañas que se han acumulado en ellos tras el letargo y compruebo que es verídico lo que contemplo. Con la tensión de un tiroteo del oeste espero a que el ente desenfunde, a que haga un gesto o inicie un movimiento. Pasan los minutos, incluso las horas, y cuando mi vista comienza a ser difusa, pierdo el equilibrio y doy un paso adelante para evitar caer. Acto seguido la luminosa sombra ha retrocedido.

     Mi incertidumbre se acrecienta, pues ese elemento parece rehuir del contacto, y a toda costa trata de guardar una distancia continua con mi cuerpo. La amnesia aún está presente, no obstante, algo en mi interior, como un susurro del corazón, me dice que debo alcanzarla, desentrañar lo que hay mas allá del humo a mi alrededor y desenmascarar la luz que plantada de nuevo se encuentra en el horizonte. Continuo caminando hacia ella, pero parece ser vano. Por cada paso que doy, ella, la sombra, avanza otro en mi misma dirección. Es una marcha triste, nunca se encuentra el final, pero durante la travesía he descubierto que ahora el terreno que piso ha dejado de ser desértico para estar repleto de grandes rocas oscuras. 

     Escucho murmullos que provienen de ella, cánticos que aclaman que prosiga hasta llegar a la meta, hasta abrazar a ese ser de polvo. Tomo un trago del agua de la cantimplora y ciega aún por la neblina prolongo la cacería. Me adentro en espesura vegetal, dentro de esta nube la humedad ha ascendido inevitablemente, y un frío glacial me ha inundado. Necesito entrar en calor, y corro totalmente desorientada tras ella. Con frustración e impotencia compruebo que todos mis esfuerzos son inútiles, pues cuanto más rápido cabalgo, más se aleja.

     Mi cuerpo está cansado, y me siento en la fina capa de nieve a recuperar el aliento. En la distancia algo nuevo aparece. Allá, a lo lejos, veo claros como la luna unos ojos amarillos que me acechan bien abiertos. No dudo en extraer del bolso la pistola y la bengala, y apuntando hacia aquello que me escruta con la mirada, sostengo con miedo el gatillo en mis manos. Se escuchan gruñidos, algo feroz, pero mi espíritu me habla e inconscientemente bajo el arma y desfallezco de nuevo. 

     Al despertar, con mi ropa totalmente rasgada, noto la falta de estatismo y el exceso de movimiento. Desconozco que está ocurriendo, mas no son mis piernas las que provocan la velocidad. Es entonces cuando mi mirada me revela que cuatro patas, apenas visibles por la marcha, son las que cabalgan ahora tras la niebla. Y a lomos de una loba blanca acorto terreno tras aquella sombra que aún se escurre de mi tacto. Lanzo al aire un par de maldiciones, desquitando mi ira, y es mi alma salvaje la que engulle el temor y corre brava tras esa endemoniada figura. 

     Sorteamos grandes precipicios y coronamos escarpadas montañas en la complicada encrucijada. Mi mente no para de dar vueltas sobre qué sera ella, y si tras esta eterna pérdida me mostrará el camino de vuelta a casa y las respuestas que necesito. Alejándome del hogar presiento que mis ganas de arrancar cada pedazo de tierra crecen, y con ímpetu indomable rastreo la silueta que mi ser tanto ansía. 

     Tras horas de trote la loba para en seco, y el ente luminoso penetra en una cueva. La entrada es abismal, gigante, pero así lo es también mi valentía, y sin dudarlo un momento me bajo del lomo del animal y me adentro en la oscuridad de la caverna. Sin saber donde pongo mis pies, acorralo a ella cada vez con mayor profundidad en la madriguera, que pronto llegará a su fin. Traspaso terrenos enfangados y pierdo mis botas para salvarme el pellejo y averiguar la compleja entramada que aquí encuentro. 

     Hemos llegado a una amplia recámara en la gruta de colosales dimensiones, donde incluso puedo escuchar el sonido de mis pestañeos. Furiosa veo al final de la habitación la luminiscencia antropomórfica, y desato un terrible aullido de victoria. Pero de repente todo el sonido comienza a retumbar, y al mismo tiempo mi cerebro despierta. Llegan a mi mente ecos del pasado, la reminiscencia de todo lo oscuro que me había perseguido antes de perder la memoria. Recuerdos, monstruos sincronizados de antaño que acosaban y taladraban con ahínco mi sosiego, evocación de momentos de sumida tristeza y de locura transitoria. 

     Voy a estallar, mi complejo sistema va a colapsar con la sobrecarga de sentimientos y remembranza. Entre gritos interiores hurgo con dificultad en mi bandolera y de ella extraigo ya cargada la bengala de fogueo. Me aproximo como puedo al resplandor que llevo siguiendo tanto tiempo, que ahora camina en mi dirección, y cuando estoy a unos pasos de ella, apuntando directamente a su cabeza, disparo. Y todo se inunda de luz.

     La bengala verde rebota y cae tras mis espaldas con un sonido seco. La sombra desaparece y se disipa cuando de un fulgor esperanza se inunda la sala. Absorta e incrédula confirmo que, a pesar de mi cercanía a ella, he fallado el disparo. Pero es en ese instante, lleno de color, donde mis pensamientos se esclarecen y observo el gran espejo de cristal que se yergue frente a mi cuerpo a lo largo de la pared de piedra. Y entre lágrimas, ante el espejo y tras el inmenso esfuerzo, comprendo que lo que tanto tiempo llevaba buscando en ella, a fin de cuentas, era yo. Que nunca hubo sombra que perseguir, que todo lo que buscaba en esta travesía era el perdón, la exploración retrospectiva, la redención de aquello que había olvidado; que, después de todo, la respuesta al enigma, al veneno de escorpión, la tenía delante de mis propias narices. Ya en un plano superior decido atravesar el cristal, y tras él la ansiada libertad del espíritu. Veo entonces el río que corre, aves, la mar y Antares.


(Créditos: "Upside Down", Laura Williams - http://laurawilliamsphotography.tumblr.com/) 

     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP

3 de septiembre de 2017

Florescencia mortuoria

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://www.youtube.com/watch?v=KSM0lLbVYOo 

     De Sol en Sol he portado la pesada carga, con el estómago encogido por el hambre y la garganta espinosa por la sed. A tientas prosigo empujando la contundente caja de madera. Escucho a lo lejos el mar, debe quedar poco.

     El paraje se halla desierto. Apenas distingo figuras en las sombras con el astro disipado tras la bereda y la Luna muerta. Las estrellas, que persiguen la noche, guiarán mi camino.

     Mi cuerpo está completamente exhausto, pero mi amor gana la batalla contra la fortaleza de tronco e insisto en cargar mártir, con la cara demacrada, el féretro que con tanta dulzura un día llené. Y continuo subiendo la gloriosa sierra hasta cumplir su último deseo: depositarla en la ermita que emerge tras los páramos. Dichoso el malaventurado que escapa de los colmillos de los chacales y de los horrores que la noche alberga.

     En vida andubimos juntas estos viejos caminos, antaño transitados por bestias de carga. Ahora, entre la penumbra, compruebo cómo los perfilados esqueletos yacen tumbados a ambos lados del sendero, observándome con esas cuencas vacías, en otros días vivas por el fulgor de finalizar el trabajo.

     Y con esperanza rezo en bajos murmullos para no correr el mismo destino. Que la soberana de la paz y el desierto se apiade de mi alma; que me tome en sus brazos con premura si esa es su sentencia, mas debo cumplir mi juramento. Intento tragar saliva, y prosigo con la marcha, con la muerte en el costado.

     Tras largas horas de camino, y ya con los pies destrozados, alzo la apesadumbrada mirada y contemplo la humildad y la fe transfiguradas en un templo. Al fin. Una ráfaga de viento abre las puertas del lugar y la repentina lluvia brota del cielo en la desolada estepa. Consigo arrastrar la caja de madera unos metros más, quedando bajo palio entre estas cuatro paredes.

     Me libero de la pesada carga y caigo rendida a los pies de la ermita. Y con desesperación y agonía miro profundamente a Santa Rita, patrona de los desesperados, para que me guíe de regreso a casa. A San Judas, patrón de las causas imposibles, para que devuelva a mi espíritu su preciada cordura. Pero sé que muero. Y saciada de rabia atravieso con los ojos a Santa Lucía, patrona de los ciegos, para que lidere mi camino hacia la luz.

     Abandono este mundo terrenal para unirme a aquella a la que con tanto cariño y dedicación traje. El amor dejó de ser mi morfina, y en mi último suspiro siento cómo mi pecho estalla en cientos de mariposas de marfil que surcan el cielo escarlata teñido por el amanecer.

     Entonces de la tumba sale ella, que en una sotana blanca con pureza me contempla. Se acerca a la integridad de mi cuerpo yaciente y me coloca una moneda en cada ojo para tener suerte en el siguiente destino. Y junto a ella me entierra, pereciendo unidas. Tras retornarme el favor, ella también se desgaja en lepidópteros. Nuestras almas se han reunido tras el infierno.

     El alba acontece y sobre nuestras lápidas florece la muerte. Y en la superficie bajo la que se esconden nuestros cuerpos se halla toda la flora del paisaje concurrida.

     Finalmente, una vez háyase hecho el amor, se revolotea en torno a los estambres cargados de polen y se transporta nuestro legado más allá de la linea del horizonte y de donde nace y muere el Sol.


     Este breve relato está inspirado en el vídeo de la canción "3WW" de Alt - J, que a su vez es posible que trate de ambientar, según he leído, la historia de "Pedro Páramo", escrita por Juan Rulfo, a pesar de relatar historias bien diferentes.

     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha pare3cido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP



12 de febrero de 2017

Metamorfismo cardiaco

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://www.youtube.com/watch?v=B9v8jLBrvug
 
     Estábamos en el dormitorio, divagando en el espeso humo del tabaco que se concentraba en el cielo de la habitación, junto a nuestros pensamientos moribundos. Las botellas de alcohol se encontraban tan vacías como los silencios entre calada y calada. Ella, salvaje, estaba acurrucada en el sillón bajo la ventana, observando lo que sucedía por los callejones: una casual lechuza, alguien volviendo del trabajo o el palpitar de una farola a punto de consumirse.
     
     Habían pasado ya varios minutos desde que la conversación había terminado. Primero, hablamos del universo, de infinitas constelaciones, terminado en lo ínfimo del átomo y la sencilla complejidad de aquello que nos hace ser lo que somos: seres vivos. Luego, llegó el momento de reflexión, la interpretación de por qué estamos aquí, si el ego nace de la sociedad, o de la naturaleza, de la supervivencia y la perpetuación de la existencia. Finalmente, escogimos por escuchar a las musas del blues y el jazz, calada tras calada, canción tras canción, al tiempo que acompañábamos con el tema por excelencia de las conversaciones nocturnas: el sexo. Y para nosotros no era tabú eso que se escondía bajo la ropa y la piel.

     Tras ahogarnos en las últimas gotas de alcohol y aspirar la magia que ella guardaba entre sus dedos índice y corazón, me tendió la mano, rumbo a la aventura. Y como un salto al vacío, sin dudarlo un instante, la tomé con premura y osadía.

     Las paredes se diluyeron en el óleo de los cuadros, y nuestros cuerpos colapsaron y viajaron con el sereno de la noche hasta el crepúsculo. Amanecimos cerca de los acantilados, y ahora ella está con mi vieja camisa y larga que usa como pijama, rasgada en su plenitud. En posición, se encuentra meditando, y la llamo seguidas veces, pero no me escucha. Como agua, dejo que la escena fluya. Ella, con gusto, estira la espalda, y cada vertebra de su columna cruje en aliviadores estallidos. 

     Levanta los brazos al cielo, murmura unas palabras inaudibles y segundos después un palpitante corazón se materializa en las palmas de sus manos. Apenas gira la cabeza y puedo ver sus felinos ojos escrutando el horizonte. Acerca el órgano contra su pecho, y lo atraviesa sin piedad. Y salvajemente ruge, siendo su  transmutado corazón engullido por el de una leona. Comprueba sus prominentes omóplatos, el funcionamiento de su oído y la agilidad en sus zarpas. 

     Sigue su instinto natural, y olisquea y persigue algo que mi vista no alcanza ver. Como si de levitación se tratase, consigo secundar su marcha, invisible a sus sentidos. Corre tras unas rocas y se para en seco. Se torna, y sus imponentes ojos quedan frente a los míos, plagados del miedo de una presa que no verá el próximo amanecer. Gira su cabeza hacia unos árboles secos próximos al acantilado. De nuevo comienza a reptar a gran velocidad. Con dificultad alcanzo a situarme a su lado, y compruebo como sostiene algo entre mandíbula y mandíbula, un corazón que despedaza y pulveriza con apenas un par de mordiscos. 

     Se coloca frente al acantilado, prepara su cuerpo para la siguiente acción y comienza desenfrenadamente a correr hacia el final del camino. Parece que va a caer, que ver su cuerpo despeñado en las rocas será la siguiente escena, y que su corazón se volverá frío como el mar. Grito, pero no escucha, y emprendo la marcha tras ella. Llega al borde del precipicio, y con bravura junta sus cuatro patas, abalanzándose hacia una presa inexistente. 

     Apenas pasan unos segundos y la metamorfosis ocurre. Desaparecen aquellas peludas patas y exhuberantes colmillos para dar lugar a un ave de gran envergadura. Extiende las alas, y con valentía surca el cielo y aprovecha la corriente marina para proseguir el viaje. Sobrevuela el mar durante horas, y como si flotando se tratase, sigo su rastro bajo la luz de las estrellas.

     Llegamos a una isla repleta de árboles, donde no existe ningún otro ser vivo. Tras el majestuoso aterrizaje retorna al antropomorfismo, completamente desnuda, salvaje y natural. Camina por entre la espesura, y parece que esta vez me mira directamente a los ojos: sabe que estoy ahí. Ante lo ocurrido, aguardo en silencio. Articular palabra alguna significaría el fin del camino, y la curiosidad me consumiría. Acaricia los árboles, cada nudo contenido y cada hueco en los troncos. 

     Me confiesa con certeza que todos esos nudos no son más que palabras ahogadas de un ser que nunca alzó su voz, sentimientos reprimidos y acumulados en la memoria de cada ficus, en cada centímetro cuadrado de corteza, como un cáncer inextirpable que se extiende por toda la planta y que con ramas superiores trata de purificarse con la luz del día. En secreto, me cuenta que ella una vez también fue árbol. Y con gran misterio coloca su mano en el tronco de uno de esos árboles, desapareciendo y fundiéndose definitivamente con él, entrelazando un gran nudo en mi corteza.

     
     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP

20 de diciembre de 2016

"Navidad y capitalismo", El Rincón de Pensar

     En sus posiciones, preparados, listos... ¡Ya! Comienza la maratón navideña: un par de semanas de compras compulsivas, acompañada por la ansiedad de recrear una cena perfecta y publicar en Facebook la foto de familia bendiciendo la mesa y agradeciendo un año más el poder compartir (con cierto matiz de hipocresía) estos grandes momentos llenos de cariño y amor.

     Apenas nos encontramos a mediados de noviembre y ya nos hallamos haciendo la cuenta atrás, una vez más, para despedir el año, celebrar el nacimiento de Jesucristo, la llegada de los reyes magos y la buena compañía. Pero no solo vemos esta época con agrado. A medida que abandonamos la juventud y pasamos a formar parte de la fuente de ingresos económicos en casa, se transforma en agonía y angustia que nos hace preguntarnos de nuevo, "¿qué le regalaré por esta Navidad?"

     A estas alturas, es baladí hacer alusión al alto nivel capitalista de nuestra sociedad, donde imperan los precios, huir de los números rojos y, últimamente, arrastrarse por un trabajo indigno colmado de explotación laboral con tal de subsistir en la ciudad de la tarjeta de crédito. Y es que, tras años, lo que parecía una simple moneda de cambio, algo material, se encarga en estos momentos de gestionar nuestras vidas, de sacar la calculadora del cajón a fin de mes y de quedarnos con las ganas de haber ido al cine o a esa exposición del museo para la que llevábamos meses esperando.

     Sin embargo, en un país como el nuestro, o como cualquiera que vive bajo la imperancia del dinero, continuamos gastando más en estas maravillosas fiestas navideñas. Celebramos la festividad tomándonos lujos como gastar un poco más en exuberantes pero caseras cenas de Nochebuena, en la compra anual en Zara, pensando siempre en Amancio Ortega, o en conseguir esa colonia de capricho que regalamos siempre del Corte Inglés.

     Según datos estadísticos, este 2016 les españoles gastaremos de media aproximadamente 682 euros en compras navideñas (incluyendo regalos, comida, lotería, viajes y ocio en general), un 4% más que en 2015. Este dato, para tomar conciencia, supera el SMI (Salario Mínimo Interprofesional), el cual se halla en 655 euros mensuales. Aunque, por supuesto, no todes gastaremos esta ingente cantidad.

     Vivimos bajo el yugo del capital, con el agua al cuello, por el bordillo a la pata coja, y aún así, continuamos permitiendo a nuestra economía familiar efectuar semejante gasto, sabiendo que los posteriores meses vendrán plagados de un "lo siento, no puedo, no tengo dinero". A pesar de esto, es fácilmente comprensible, nadie querría salirse de la línea y ser el padre o madre que ha dejado a su hije sin la nueva PlayStation o el nuevo IPhone.

     A estas alturas, es importante remarcar que el objetivo de esta pequeña crítica, no es el de despreciar la clase trabajadora, aquellas familias que viven bajo el umbral de la pobreza o fomentar el clasismo en una sociedad completamente desestructurada y jerarquizada por el capital.

     Tal como muestran los números, la media salarial anual es de 26.000 euros (2.167 euros mensuales). Aquelles que tenemos nociones básicas sobre la estadística, sabemos que esta distribución (la media) engaña sin gran dificultad a la población. Un ejemplo que ilustra claramente como funciona este parámetro es el siguiente: Si una persona se come 2 manzanas y otra se come 0, la media de manzanas comida por persona es 1. De la misma manera, la media será 1 también si de esas 2 personas cada una come una manzana. Clarifica la situación para aquellos que saben interpretarlo, pero maquilla, disimula y oculta la realidad: una desigualdad desorbitada en cuanto a los salarios entre les españoles.

     Otras medidas tomadas en 2013, tales como la mediana, nos muetra que el salario anual se encontraba en 22.698 euros (1.890 euros mensuales), mientras el salario modal, el más frecuente, nos indica que es de 15.433 euros anuales (1.286 euros mensuales), dato que nos acerca más a la realidad de todes nosotres.

     Casi tres de cada diez españoles, el 28,6% de les ciudadanes para ser más concretos, se encuentra en riesgo de exclusión social, sin apenas recursos con los que pagar sus necesidades básicas, según una encuesta de condiciones de vida publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una situación inaceptable que, en días donde debería abundar la humanidad y la empatía, se normaliza completamente.

    Y no nos hagamos ajenes a la realidad: todes conocemos a esa mujer que limpia algún que otro chalet por unos euros cobrados en negro, sin contrato alguno. O a ese hombre que no tiene otro remedio que dejar el móvil encendido cada noche, por si es llamado a última hora para descargar mercancía en el muelle, a precio de risa, durante unas horas de la madrugada. En el fondo, conocemos esa situación, pero la evitamos, porque la exclusión social se encuentran a la vuelta de la esquina.

     Además, a esto debemos sumar la inexistente ayuda del gobierno, donde la plebe ayuda a la plebe mientras los de arriba se excusan bajo el pretexto de que dar ayudas son procesos de gran complicación y repletos de trámites. Como dice un famosos dicho, "las cosas de palacio van despacio", excepto si son relacionadas con el dinero, donde encontramos a nuestro actual monarca ascendiendo el sueldo de la familia real un 1% en plena crisis económica, a mitades de 2016. A día de hoy, el rey tiene así una asignación de 236.544 euros anuales (19.712 euros mensuales); la reina, 130.092 euros anuales (10.841 euros mensuales); Juan Carlos I, 189.228 (15.769 euros mensuales); y Sofía, 106.452 euros anuales (8.8871 euros mensuales). Esto, aporta gran curiosidad al asunto, pues retomando datos aportados hace unos instantes, comprobamos que el sueldo mensual del rey supera en 4.000 euros el sueldo anual más frecuente en España en 2013.

     Hablando de sueldos, también hallamos el salario mensual de les senadores, valorado en 4.000 euros (dato publicado en 2015). Destacando, por otra parte, la ascensión de los mismos a 8.000 euros brutos durante los meses anteriores al 26J (elecciones generales del 26 de junio), donde la actividad de estas entidades era escasa.

     Dejando atrás la cara más capitalista y consumista de la navidad, pasamos al otro lado de la moneda: el espiritismo, la religión y los buenos sentimientos navideños. A pesar de lo arraigado que se encuentra la navidad al nacimiento de Jesucristo y, consecuentemente, al cristianismo, el origen de la navidad se remonta al siglo II d.C. Esta fiesta, originalmente pagana y celebrada por los romanos, festejaba la Saturnalia, un festival que representaba el solsticio de invierno y honraba al dios Saturno.

     En lo relativo a lo metafísico, no nos engañemos, todes disfrutamos la navidad. Ese tiempo de ocio que dedicamos a salir con amigos o simplemente a reunirnos con la familia y recordar entrañables momentos que aprovechamos para descansar y olvidarnos de las preocupaciones mundanas del día a día. Bajo mi parecer, la navidad, desde el punto de vista emocional, tal como se contempla en la actualidad, es un acontecimiento espléndido. Refuerza unos vínculos que, por falta de proximidad, de contacto o de tiempo, se han ido deteriorando. 

     Sin embargo, también tiene lugar el posterior olvido de estas emociones y la letanía sentimental post-navideña, donde volvemos al trabajo (volviendo a la alienación laboral) y retomamos un ritmo de vida más acelerado. Esto, desde luego, supone dejar en el tintero las actitudes solidarias que sustentamos durante los días de vacaciones, dejando un rastro de pestilencia e hipocresía que todes notamos, pero nadie comenta. Y es que al que hace dos semanas enviábamos un bonito mensaje deseando una feliz navidad y próspero año nuevo, le quitamos la mirada al cruzarnos por la calle y, en caso de haya contacto visual, lo saludaremos con sonrisa anestesiada.

     A pesar de que esto no es banal, recae en aspectos psicológicos y sociólogicos que, debido a mi falta de formación, no puedo llegar a comprender. Quizá, algún día, con pequeños actos de generosidad y cariño cambiaremos nuestra nación.

     Retomando el tema numérico y económico, cabe mencionar la subida de precios de los productos tras el famoso "Black Friday" (día importado de Estados Unidos), donde se rebajan gran variedad de productos para aumentar las ventas y atraer a las masas. Al terminar este día, de nuevo los precios se estabilizan y, por tanto, sufren un aumento que afecta a nuestro bolsillo. Y es que, en parte, el encarecimiento de ciertos productos se debe a esa cantidad del capital que entregamos y es dirigido a la exhuberante Hacienda pública.
   
     Es en este punto donde todo se enfanga y se cubre de una cortina de humo, de una estela que huele a fraude, trabajos en negro, e injusticia. Como todos sabemos, Hacienda es aquel organismo que se encarga de intervenir en la economía del estado, fundamentalmente a través ingresos y gastos públicos. Es un ente que se alimenta de los tributos que pagamos entre todes les españoles y que se halla en pequeñas tasas en la mayoría de productos o intercambios de capital que se efectúan.

     De esta manera, el fondo económico de Hacienda debe ser medianamente fijo, lo que supone contantes fluctuaciones en la subida y bajada de tributos. Estas tasas, se ven aumentadas cuando se llevan a cabo y a gran escala acciones "en negro", es decir, aquellas que se hacen a espaldas de Hacienda para evadir la contribución al Estado. Sin embargo,es fácilmente contrastable que no todos contribuimos a Hacienda de manera legal, ya sea por ese trabajo en negro que nos ayuda a llegar a final de mes o por esos pocos millones de euros que guardamos en paraísos fiscales y sociedades "Off shore".

     A través de diferentes medios y colaboraciones entre periodistas e investigadores de varios países, se ha comenzado a desmentir una de las mayores tramas de corrupción y evasión tributaria a nivel internacional, los conocidos "Papeles de Panamá", donde diferentes empresarios y personas de índole superior en el ámbito económico, conseguían de manera opaca trasladar grandes inversiones de capital al país americano a través, principalmente, del bufete de abogados "Mossack Fonseca".

     Los datos nos revelan que en total les españoles que han llevado a cabo estas acciones tienen abonados en Panamá 1.139 millones de euros, ninguno de ellos cotizados a Hacienda. Curioso es cuando el derecho y las diferentes organizaciones corruptas que manejan el poder, consiguen que de las 4.768 personas imputas en este asunto, la mayoría reciban una penalización mínima o nula. Y mientras, aquí, a ti y a mi, nos suben los impuestos, esas personas acusadas de fraude fiscal (y reconocidas al menos nacionalmente), se levantan cada día con la conciencia tranquila. Mientras, una mujer que rebusca en la basura porque no tiene casa o alimento, o que roba unas latas de conserva porque no se las puede permitir, es juzgada y multada (debiendo dinero que obviamente no tendrá) debido a que eso de no pagar, además de ser robo, no tributa a Hacienda.

     Y en un país donde una familia muere de hambre por un sueldo despreciable por el que muchos se pelean como perros por un hueso (véanse los contratos basura que, según la administración del Estado, han descendido el paro), donde la regencia y las entidades políticas del país ningunean al pueblo a su merced, donde existen unos desorbitados porcentajes de fraude fiscal y donde el partido del gobierno vigente se halla acusado en su totalidad por corrupción, me atengo a las palabras que expresan la gran asesina del Estado, "Hacienda somos todos".


     Hasta aquí el primer post sobre esta nueva sección, bautizada por el momento como "El rincón de pensar", dedicado a reflexionar acerca de diferentes temas de nivel nacional e internacional que cada uno deberíamos cuestionar insistentemente.

     En cuanto a este nuevo apartado, podéis sugerir diferentes temas sobre los que os gustaría que hablara. Sin embargo, la frecuencia de estas entrada será relativamente escasa, pues el blog continuará con la dinámica literaria. Por último, me gustaría pedir disculpas si he mostrado alguna idea clasista/sexista o que haga que cualquiera de les lectores se sienta incómode u ofendide.

     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP

     ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!

     Fuentes de información / Bibliografía:

     - http://economia.elpais.com/economia/2015/12/29/actualidad/1451390924_950140.html

     - http://www.elblogdedaniel.com/mito-12-el-salario-medio-mediano-y-mas-frecuente-real/

     - http://www.elmundo.es/economia/2016/11/17/582d9dceca47412c238b45a7.html

     - http://sobrehistoria.com/navidad-historia-y-origen/

     - http://www.elconfidencial.com/espana/2016-05-24/umbral-pobreza-hogares-ine_1205320/

     - http://economia.elpais.com/economia/2016/05/24/actualidad/1464082093_364713.html

     - http://www.lasexta.com/programas/el-objetivo/se-lo-hicisteis-ultimo-contrato/cuanto-cobran-senadores_201510265724507e4beb28d446009585.html

     - http://www.sueldospublicos.com/texto-diario/mostrar/437628/los-senadores-se-vuelven-a-poner-un-sueldo-de-8000-euros-brutos-hasta-las-elecciones-pese-a-no-tener-actividad

     - http://politica.elpais.com/politica/2016/03/31/actualidad/1459443373_650449.html

     - http://www.elmundo.es/economia/2016/04/04/5702250d22601d5b6d8b45c1.html

     - http://www.abc.es/economia/abci-papeles-panama-numeros-papeles-panama-201604042004_noticia.html

9 de noviembre de 2016

Viaje al centro de tu cama

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://www.youtube.com/watch?v=JBJyI-95XLo
   
     Navegamos sin rumbo conocido a través de las sábanas de tu cama; exploramos hasta el último resquicio del colchón e indagamos en las acomodadas almohadas; surcamos bravos la superficie de la colcha arrugada, impulsados por la brisa de la mañana.

     Y allí estábamos, buscando la desorientada brújula que nos marcase el siguiente destino. Consulté el mapa de tu figura, y cada lunar era un azaroso país en el que juntos habíamos estado. El olor a café recién hecho de Venezuela, o el bullicio y masificación del cruce de Shibuya. Desgajábamos los días en semanas y medíamos las horas en películas de todo tipo, breves vuelos, y caminatas por las terminales de los aeropuertos que te incluían a ti sobre el carrito de las maletas. Nos perdíamos en la densidad del anochecer estrellado en Edimburgo, y amanecíamos entre las húmedas brumas de Suiza. Bailamos al ritmo de las calles de Viena, y eras cada uno de los románticos cuadros parisinos. Cada día era el Holi de la India, acompañado del sabor de los mil tés diferentes de Londres. Viajábamos con el fresco polen de Machu Picchu, y entre aventura y aventura, nos retirábamos a descansar a los desvencijados templos del Himalaya. Al alba fuimos el polvo dorado del Sahara, y durante el ocaso nos transformamos en fina nieve de los prados de Alaska. Atravesamos los bosques de Alemania para reaparecer en las pequeñas islas escocesas, y nos dejamos dormir en el festival de lamparas de Yee Peng para despertar ante el ruido del blues y el jazz en una transitada calle de Nueva Orleans. Disfrutamos de la arquitectura de Florencia, y tallamos nuestros rostros en las ruinas de Jordania. Relamimos el rocío del húmedo Amazonas y fuimos el néctar más dulce del Rift africano. Fueron días del color de la gran barrera de coral australiana, cambiantes y erosionados como los colosales fiordos de Noruega.

     Y entre vuelo y vuelo, mi dedo pasaba por cada vertebra de tu sobresaliente espina dorsal, recordando cada ciudad del mundo donde la esencia de la misma eras siempre tú. Tú y el dulce aroma de las sábanas de tu cama. Viajábamos por la corteza del planeta, por la corteza de tu retaguardia, pero viajábamos al centro de la Tierra, viajábamos al centro de tu cama, donde siempre estábamos tu y yo.


     Este breve relato, sin finalidad alguna, no ha sido más que un simple arrebato de dulzura y liberación.

     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP

6 de octubre de 2016

La primera mujer

      Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://youtu.be/XgeKHTcufLY

     El amanecer dividido en dos segmentos. Uno de colores, cálido, perfecto, implacable. El otro, lleno de oscuras nubes y lo que posiblemente sea una gran tempestad. Despierto otro día más en el lado bueno del universo, en el paraíso. La primera mujer, fruto de la costilla del primer hombre y del ser superior al que llamamos Dios. Tenemos todo lo deseado y codiciado por cualquier animal. Todo excepto libertad. Nuestras alas se extienden a lo largo del Edén, pero no podemos volar más allá de sus paredes. ¿Qué clase de lugar perfecto es este? No existen reglas, leyes o condiciones, solamente una única e inmutable: no se debe probar el fruto prohibido, la manzana del árbol prohibido que custodia un astuto reptil de lengua bífida. Dios nos advirtió de ella y de cómo trataría de persuadirnos para probar su fruto. Si lo hacíamos, el paraíso caería corrupto y nosotros seríamos condenado a una vida plagada de desgracias por la ira del mismísimo. Ese maldito árbol no era más que otra prueba de sumisión hacia su poder.

     Se supone que todas nuestras necesidades están cubiertas, y aunque ni siquiera los predadores cazan ni las presas son cazadas, todo parece estar plenamente muerto. Desde el primer almendro eternamente en flor hasta la sonrisa de ese tal Adán que solo duerme bajo un olmo y tira piedras a un arroyo cercano; todo huele a putrefacción perfumada con el aroma del rocío de las rosas. El interior del muro no es más que un límite que Dios cree que no podemos rebasar, una manera más de limitar nuestra pura alma y de dejar de lado aquellos deseos destinados a la pasión y la insurrección. Maquilla la realidad del Edén con el carbón de las montañas de la periferia y la sangre de lo que se cuece más allá del muro. Y cada vez que miro lo que hay tras aquellas paredes, únicamente puedo ver oscuras sierras que se pierden entre las nubes y algunos ojos en la oscuridad que me llaman deseosos y me invitan a la libertad.

     La presión puede con mi cuerpo. Si hay un Dios verdadero, que castigue a este maldito diablo que disfraza el infierno de paraíso y que hace de los cementerios los pastos y los animales que mis ojos contemplan. Apesta a soledad y a muerte, y yo no aguanto más.

     Allí está ella, enroscada en las ramas del árbol, esperándonos, aguardando el momento del pecado, el momento de la verdad. Y mientras camino decidida hacia esa sucia serpiente, escupo sobre el nombre de Dios y el de ese hombre del cual de su costilla nací.

     Arranco de mis senos y pubis las hojas de parra que oprimen mis pechos y mi útero y las lanzo con rabia, sabiendo que florecerán en algo tan perfecto como yo. Me acerco a aquella de lengua bífida que osa al hombre a comer del fruto del pecado. Y me regocijo en mi ser, porque yo soy mujer. Arrebato del árbol la escarlata manzana, roja como la sangre que corre por el río. La serpiente se encuentra entorno a mi cuerpo, observando con ansias, y la miro con malévola sonrisa. A lo lejos, veo a Adán perplejo. Y con sus ojos sobre mi desnudo cuerpo, muerdo con desafío el fruto maldito.

     Caen los muros del Edén y miro al cielo gritando a ese Dios que condena el deseo. Que me consuma la ira y la corrupción de mi lujuria; que se desquebraje el cielo y la tierra en mil pedazos; que se levante el suelo y se descuelguen los árboles; que se muestre el sustrato del que estamos formados y que me devore el pecado. Estando todo en ruinas, siento tras de mí cómo arde el Edén, ahora transformado en el infierno que siempre fue.

     Camino hacia el frente, con determinación, sabiendo que el paraíso se quema a mis espaldas. La serpiente, formando parte ya de mi cuerpo, está tan satisfecha como yo. Y con astucia y garra recuerdo aquel primer mordisco a la manzana escarlata que en la mano aún estrujo. Pero sobretodo, recuerdo la satisfacción de romper el estigma de Eva, la primera mujer, y de condenarme al pecado.



     La imagen adjunta es un excelso dibujo que aún conservo de una querida amiga, MTK (Mey), cuyo arte fue fuente de inspiración para este relato.

    Con este breve post pretendía reflejar en líneas generales el simbolismo que para mí tiene la mujer, así como las razones por las cuales me parecen fascinantes cuanto menos. Así pues, este relato está dedicado a todas aquelles mujeres que, como Eva, rompieron el estigma.

     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP


1 de septiembre de 2016

Amapolas de sangre

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato (a partir del minuto 6.35): https://www.youtube.com/watch?v=KSM0lLbVYOo 

     Procuro que, al caminar, mis pies no queden ensuciados por el hollín de los tejados. Todo está muerto y desierto. Aquí, de momento, solo vive el soberano silencio, aguardando la llegada de la palabra. Los gatos me acompañan en la noche, persiguiéndome pero manteniendo la distancia. Ello conocen lo que se avecina. Observo con gran interés cada detalle de los hogares: las flores marchitas en el alféizar de las ventanas, o los cadáveres tendidos en la entrada de cada casa, que llaman especialmente mi atención. El suelo, de pálido pavimento, se siente frío, como todo lo que me rodea: una fuente de piedra desmoronada cuyo agua es inexistente, varios pares de botas agrupados al lado de una gran pila de madera o el esqueleto de un caballo cuyas cuencas de los ojos parecen observarme.

     Sin embargo, para llevar a cabo mi trabajo, antes debo acabar el de mis hermanas, para devolverlas a la vida posteriormente. Me paro en seco, cierro los ojos y escucho una respiración entrecortada tras el heno de un corral que se encuentra a mi izquierda. Portador de una antorcha sale con determinación, pero desde aquí huelo su miedo y en sus ojos vislumbro su futura muerte. Arroja su torpe arma a la pila de madera y comienza a correr hacía mí desenfrenadamente con un incesante grito de guerra. Arremete contra mi cuerpo y consigue, de un solo empujón, meterme de lleno en la pira ardiente. Humanos. Se encuentra expectante, dudando de mi siguiente movimiento, que lo sorprende: lo miro directamente a los ojos, y cuando estoy segura de que está contemplando mi alma, esbozo una malévola sonrisa.

     De su pecho arrastra un crucifijo que sostiene con fuerza. Mientras, vuelve a romper el silencio con toda clase de maldiciones y plegarias. Sus palabras se clavan en mí como espinas, las cuales florecen en mi piel. Con cada paso que doy al salir de la crepitante hoguera, él retrocede de manera temerosa. Hoy, los gatos podrán darse un nuevo festín. Continúa caminando hacia atrás, hasta que choca con mis muertas hermanas, cuya tumba está constituida por seca tierra y alargadas macetas despedazadas. La venganza se llevará a cabo esta noche.

     Arranco de mi brazo y mis canillas algunas de sus espinas, y las arrojo hacia su cuerpo. Con cada una de mis agujas, se encuentra más inmovilizado, hasta quedar en una posición de crucifixión. Aúlla de dolor, y los gatos comienzan a arremolinarse entorno a mí, enroscando sus colas en mis piernas y ronroneando. Su momento ha llegado. Deposito algunos frascos bajo su moribundo cuerpo para recoger su sangre, sonrío una vez más y me alejo, dejando que los felinos terminen mi trabajo.

     Con el alba, mi útero, portador de la semilla de la vida, devuelve lo orgánico a este lugar.

     Al atardecer, el pueblo se ha convertido en un prado de flores rojas tras las cuales se esconden blancas amapolas.


     Dejadme vuestros comentarios abajo o sino también podéis decirme que os ha parecido este post en mi perfil de Twitter. Espero que os haya gustado lo que he escrito y que me escribáis de vuelta.

     Mi Twitter: https://www.twitter.com/DisparatelP